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Participación Ciudadana y Descentralización: Claves para terminar con los mandatos indefinidos de los intendentes

La crisis que padece el país desde su presidencia hasta los gobiernos municipales exige un cambio radical en los comportamientos políticos, es decir, asumir o transmutar la forma de concebir a la política de manera que deje de ser el "Club de unos pocos" para convertirse en una democracia plena. Esto no es posible sin la Participación de todos y la Descentralización del poder.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- El tiempo de la gobernabilidad ha terminado. Ese concepto terminaba fijando la suma del poder en un solo individuo -y lo hace todavìa- y pudo resultar para un paìs como la Repùblica Argentina muy joven en tèrminos històricos y cuya organizaciòn jurìdica y burocràtica no supera el siglo y medios.

La historia que nos precede nos enseña que todavìa sobreviven comportamientos que como una rèmora genètica anidan en los tiempos fundacionales representados en esa impronta que denunciara Domingo Faustino Sarmiento en «Facundo – Civilizaciòn o Barbarie», el caudillismo.

La polìtica argentina ha receptado ese modelo que se ha replicado en laforma de concebir a la polìtica como la herramienta del màs fuerte. Un comportamiento que en las provincias norteñas todavìa sobrevive particularmente activo en los municipios.

Allí, el intendente, se constituye en una suerte del «Padre de todos» y mientras más reducidos son los pueblos en razón de su falta de instrucción cívica hasta pueden alcanzar la estatura de un semidiós. Así, aquí y allá se ve repetirse el fenómeno de intendentes enriquecidos y pueblos que languidecen en la pobreza y la postergación.

Ese modelo ya está agotado y más en tiempos en que la tecnología convive con el vecino que tiene voto pero no tiene voz.

La Participación Ciudadana y la Descentralización son las herramientas posibles, únicas, para cambiar esta situación, pero es necesario para llegar a ese estadio una tarea pedagógica ardua porque los pueblos son remisos a la hora de concebirse protagonistas.

¿Cómo hacer para vencer esa resistencia? Si para que actúen ambas realidades es necesario una decisión política de cambio desde quienes conducen, y a ninguno de los intendentes que llegan a fijarse en los sillones les conviene. Así vemos el triste espectáculo de tres y hasta cuatro mandatos que sólo consiguen el fortalecimiento de un núcleo duro de adeptos al que manda. Es el reflejo del patrón de estancia y sus capataces, en el medio, las imágenes de Esteban Echeverría en «El Matadero» nos devuelven la memoria y nos sitùan en una modalidad preconstitucional.

Lo que no se consigue por la razón se corre el riesgo de conseguirlo por la fuerza cuando los pueblos advierten que viven en el retraso mientras ven en sus teléfonos celulares que el mundo ya es muy distinto.

Al fin, Sarmiento tenía razón, la barbarie continúa alentada en esos municipios donde los intendentes ejercitan hasta el derecho de pernada y destruyen a la democracia violentando la alternancia y aplicando su autoritarismo.

La civilización queda en manos de quienes militan las nuevas ideas, de quienes comprenden que empoderando al vecino es cuando las cosas nuevas suceden, cuando descentralizando la gestión se otorga protagonismo y se consigue construir una gobernanza saludable para todos.

Claro, en ocasiones, quienes predican estos cambios, lo mismo que Sarmiento deben buscar otros horizontes y escribir en alguna piedra del camino: «Bárbaro, las ideas no se matan».

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