24 de Marzo: ¿De qué «memoria» hablamos?
No existe "Memoria" sin historia. Si los hechos de la historia no respaldan a la memoria entonces se ingresa en el campo de la fantasía, donde todo es posible, incluso, tergiversar los hechos. La "Memoria" además debe ser completa, nadie hace memoria de su vida dejando de lado espacios de tiempo. Con los países ocurre lo mismo. Un país sin historia es un montón de gente a la deriva del destino. Esto es lo que les está ocurriendo hoy a los argentinos.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- Alguna vez hay que decir claramente que los argentinos viven en el engaño desde el año 2003, los hechos están demostrando que aquel país «inclusivo», «equitativo» era sólo un discurso para la tribuna. el Kirchnerismo se bate en retirada dejando a una Patria devastada: sin educación, sin salud pública, sin crédito, sin reservas, sin seguridad… no hay terreno de la vida pública que no haya sido corrompido y destruido. Dejan también un país sin historia.
Lo que decimos «ut supra» no es una opinión sino un dato estadístico, palpable en la realidad, pero todos los males que dejan y que costará décadas restaurar, una de las tantas víctimas ha sido la historia que como ciencia no admite interpretaciones subjetivas sino comprobaciones a partir de testimonios comprobables.
Si acaso los desparecidos fueran 30.000, el kirchnerismo deja el número 30.001: La historia contemporánea de los argentinos.
La fecha del 24 de Marzo de 1976 es doblemente luctuosa para el país; primero, porque otra vez, un grupo de facciosos que deshonraron el Uniforme Nacional decidieron cometer el delito de violentar la Constitución Nacional. Luego, porque para combatir a la infamia subversiva se utilizaron los mismos métodos terroristas pero agravados porque se cometieron desde el Estado.
Sin embargo, se llegó a ese fatídico día porque en la Argentina ni la Justicia ni los partidos políticos fueron capaces de sostener a las Instituciones republicanas y se recurrió al viejo expediente que inaugurara el 6 de Setiembre de 1930 aquel general salteño, José Félix Uriburu -alias Von Pepe-, de derrocar a un presidente elegido democráticamente por el pueblo.
La Justicia argentina fue impotente ante el acto vandálico operado por Héctor Cámpora cuando el día de su asunción como presidente, el 25 de Mayo de 1973, a la noche, abrió las cárceles y dejó por decreto libres a ladrones, violadores, asesinos y por supuesto, «a los compañeros presos políticos» que no eran otra cosa que aquella caterva de traidores a la Patria que se habían sublevado contra el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón – alias Isabelita-, y habían asolado desde los años 60 al país con secuestros, atentados, asesinatos indiscriminados y que luego habrían de llegar al paroxismo del delirio intentando hacer de la provincia de Tucumán una «zona liberada» para recrear el modelo de la «revolución» cubana.
El Kirchnerismo decidió que la historia argentina comenzaba en el año 2003 y que la tragedia argentina se había iniciado en 1976 borrando las dos décadas de sangre y violencia en que los «jóvenes idealistas» habían sumido al país.
No pueden venir a contarnos otra historia ni hablarnos de una «Memoria» sobornada ideológicamente porque somos testigos presenciales de aquellos días cuando en las noches Buenos Aires se convertía en un campo de batalla con sirenas, estallidos de bombas, disparos. Cuando caminábamos por las avenidas y veíamos los vehículos sin patente y con individuos exhibiendo armas largas por las ventanillas. Cuando subíamos a los taxis y hallábamos proclamas con la estrella roja y la cara del «Che» llamando a la violencia.
Hemos visto en los quioscos de Buenos Aires las publicaciones como «Evita Montonera», «Estrella roja» y similares donde los terroristas publicaban sus «Partes de Guerra» (sic) ufanándose del asesinato de policías, militares, empresarios, de poner bombas en negocios y empresas, de esparcir la muerte por doquier donde cualquiera que caminaba por las calles podía el blanco de esos dementes.
Fue aquella una guerra no convencional, donde el terrorismo apátrida tuvo estado militar, organización, disciplina, arsenal y metodología que consistía en «patrullar» las principales ciudades argentinas y ubicar «un objetivo» que era un policía de consigna, un trabajador inocente. Se procedía entonces a dispararle cobardemente desde el vehículo, bajarse, rematarlo y quitarle la placa y el arma, cuando no rociarlo con nafta y prenderle fuego aun vivo. Con esos trofeos, los asesinos ascendían en el escalafón militar interno de organizaciones como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) o Montoneros, entre otras.
Hemos visto la caja metálica atravesada por disparos a la altura de la cabeza dentro de la cual fue asesinado el coronel, Jorge Roberto Ibarzabal, luego de diez meses de cautiverio en las «Cárceles del Pueblo», inmundos sótanos excavados donde se mantenía secuestrados a militares y empresarios en condiciones infrahumanas. Vimos también las bombas de fragmentación fabricadas con una caja de madera de dulce (así venía entonces) con una plancha de trotyl y llena de clavos, tornillos y tuercas para que hicieran de metralla al explotar.
Un caso emblemático es del coronel, Argentino del Valle Larrabure, secuestrado en un copamiento a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos, Villa María, Córdoba, y que por su condición de químico se le exigía que fabricara explosivos a lo que se negó rotundamente. Su respuesta a la tortura fue cantar el Himno Nacional y luego de 372 días, con 45 kilos de peso, fue asesinado ahorcado con un alambre. Olvidan la bomba que hizo volar por los aires el bote del comisario Villar y su esposa, el asesinato del general Cáceres Moniè luego de secuestrarlo con su esposa la que apareció horas después asesinada en un curso de agua con signos de tortura…, y podemos consignar también al soldado Hermindo Luna, de guardia cuando atacaron el Regimiento de Formosa (Operación Primicia la llamaron los terroristas) que se negó a entregar la guardia al grito de: «¡Aquí no se rinde nadie, mierda!» y fue partido en dos por una ráfaga de metralla.
La voladura del comedor de la Policía Federal que causó más de sesenta víctimas, muchos cadetes y civiles que comían allí, obra de la mente retorcida de Horacio Verbitsky y Rodolfo Walsh, celebrado como un icono de vaya a saber qué «revolución».
Llenaríamos hojas y hojas con las atrocidades cometidas por los «jóvenes idealistas», que nos asaltan a nuestra Memoria mientras escribimos estas líneas, como el asesinato de aquella madre y su hija de tres años alcanzadas por los disparos cuando mataron al policía de guardia, la voladura de la casa del funcionario del ministerio de economía, Walter Klein, con toda su familia dentro. La bomba que mató a la hija del Almirante Lambruchini -Paula- que destruyó todo un edificio. El explosivo colocado por Ana González bajo el colchón del comisario Cesáreo Cardozo al que tuvieron que despegar del techo literalmente y por supuesto, el asesinato del capitán, Humberto Viola, emboscado cuando llegaba a comer a casa de sus padres en Tucumán donde murió también su hija de tres años y la otra quedó con una herida de bala en la cabeza… y así.
Todos estos acontecimientos -reiteramos- no son «opinión» sino crueles datos que consigna y documenta la historia. Hechos deliberadamente ocultados por el «relato» del kirchnerismo fascista.
Esta parte de la historia jamás la contaron, como tampoco dijeron que fue el mismo General, Juan Domingo Perón, quien ordenó «aniquilar» a los subversivos (que él mismo había fogoneado desde el exilio con las «Organizaciones Especiales») luego de que Montoneros asesinara al dirigente José Ignacio Rucci en la acción sádicamente titulada «Operación Traviata» porque como esa galletita le hicieron «23 agujeritos». Tampoco contaron que Isabel Perón firmó junto a Ítalo Argentino Lùder el decreto que ordenaba «aniquilar por todos los medios posibles» a los subversivos y que mandó a iniciar el «Operativo Independencia» para erradicar a los terroristas de los montes tucumanos.
¿Por qué el kirchnerismo nunca contó todo esto? Sencillamente porque no son y nunca fueron peronistas. Son el rezago de aquellas organizaciones terroristas que llegaron al gobierno para tomar revancha y saquear al país.
¿De qué «Memoria» hablamos si la historia está retaceada? Aceptaríamos de muy buen grado conmemorar el 24 de Marzo como tal si fuera esta una jornada para la reflexión sobre lo que jamás debió ocurrir. Ni aquellos años de violencia artera como tampoco la infame política de desaparición, tortura, asesinato clandestino y apropiación de niños cometida por el autotitulado «Proceso de Reorganización Nacional».
Contemos también que Horacio Verbitsky, factótum de las «reparaciones de los derechos humanos» fue el ideólogo del gran negociado de las indemnizaciones a familiares de desaparecidos muchos de los cuales están aparecidos, jefe de la inteligencia montonera y que como su máximo líder, Mario Firmenich, fueron dobles agentes que entregaron las cabezas de sus compañeros. Firmenich, hoy tenido por catedrático, fue el primer cobarde que huyó al exilio abandonando a su suerte a los incautos que tomaron las armas para luchar por una revolución imposible.
Continúa la Justicia argentina en deuda con la sociedad porque muchos de los militares que languidecen, ancianos ya y otros muertos en cautiverio, ni siquiera actuaron bajo la «obediencia debida» sino que nada tuvieron que ver. Pagaron con la cárcel el hecho de haber elegido la más honorable de las profesiones, la de defender a la Patria. Esa «Justicia» es en realidad venganza porque las Fuerzas Armadas derrotaron en el terreno militar a la guerrilla terrorista.
Los asesinos de aquellos años hoy son ministros, embajadores, diputados, catedráticos que enseñan la mentira como «Memoria», porque una historia mal contada es la peor de las mentiras.
Adherimos plenamente al espíritu de la frase «Nunca Más», pero en el marco de un Estado de Derecho legítimo y con Justicia plena, con la historia COMPLETA en la mano que nos dirá sin temor al error de que no todas las cucarachas son tan malas ni todas la palomas son tan buenas.
Mientras la memoria histórica no sea reivindicada y se cuente íntegramente, este día no será para reivindicar la «Memoria» sino que seguirá siendo un feriado ab-zurdo.-