¡Bàrbaro, la ideas no se matan! Se copian… y ahora ni eso
La deforestaciòn no sòlo se practica en los bosques salteños sino tambièn en la polìtica donde los espacios de pensamiento se han reducido màs que los sectores verdes de los mapas forestales.
SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- En su camino al exilio hacia Chile huyendo del gobierno de Juan Manuel de Rosas, se cuenta que Domingo Faustino Sarmiento grabò en una piedra la frase «Bàrbaro, las ideas no se matan».
En la historia argentina hallamos múltiples ejemplos de intolerancia y proscripción que fueron males políticos y también sociales, religiosos, culturales y hasta étnicos. ¿Quién no ha sido proscripto alguna vez en la Argentina?
Para ser proscripto, sobre todo en lugares como Salta, hay que hacer aquello que ya advertía el Maestro Aristóteles «pensar y hacer». De hecho, pareciera ser que la tarea de pensar en Salta roza ya casi el delito porque aquellos que piensan nunca llegan a los lugares de decisiòn y sin ideas que son producto del pensamiento nada se mueve segùn la regla general de los teòricos medievales del movimiento universal.
Salta, con ser -supuestamente- tan creyente y «católica», contraviene en esto la afirmación aristotélica de que «Dios es pensamiento del pensamiento». Si el buen Dios proveyera de iluminación a los dirigentes salteños en orden a la fe que profesan en cada setiembre, esta Salta habría de ser el vergel de las ideas.
Pero parece existir cierto paganismo neuronal extendido porque a días de las elecciones se escuchan acusaciones, denuncias, diatribas destituyentes. Se ven ejecuciones mediáticas de adversarios, denostaciones de todo calibre, carpetazos… pero ¡Ideas, ninguna!
Caminamos como sociedad hacia un espacio donde la materia gris parece haber sido sustituida por la materia oscura (que todavía siguen buscando los científicos), porque al fin de cuentas dicen que los moribundos ven una luz al final del túnel mientras aquí la sociedad está en la «hora undécima» y ni siquiera luz hay al fondo. Será porque el servicio es caro y deficiente… tal vez.
En algo los dirigentes políticos serán salvos ya que no matarán ideas (solamente mandarán al exilio a los pensantes), porque para matar una idea primera hay que tener alguna.
En tiempos del «cute and paste», donde el Sr. Google tiene todas las respuestas, por lo menos podrían copiarlas.
