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Giordano Bruno o el mayúsculo crimen del catolicismo contra la Razón

El 17 de Febrero de 1600, en el “Campi dei Fiore” fue quemado vivo Giordano Bruno, la mente más elevada de la época. Su crimen fue pensar y adelantarse a los tiempos dándole vitalidad racional a los mitos de una religión que había traicionado sus raíces evangélicas. Su última frase al escuchar su condena: “Vosotros tenéis más miedo al leer mi sentencia que yo al recibirla” es el epitafio y la condena al retraso mental de muchos espíritus.

POR ERNESTO BISCEGLIA.- Dos son los mayores dones que Dios le ha dado al hombre: La Razón y la Libertad. Por el primero el hombre puede comprender el sentido del Universo y elevarse a límites cuyo límite es la imaginación. Por la segunda puede optar en utilizar a la primera para obrar el Bien o el Mal. El mayor pecado de los humanos de espíritu pequeño es intentar anular a uno de ellos o ambos. Los seres inferiores no razonan porque temen utilizar su libertad para hacerlo y luego para ejercerlo.

 

La vida de Giordano Bruno inicia en 1548 en Nola, Nápoles. Fue al entrar en la orden dominicana (a los 17 años) que cambió su nombre a Giordano. Estudia en Nápoles y se especializa en humanidades y en dialéctica. Tres años más tarde a los 17 años de vida, en 1565, ingresa a la Orden de los dominicos. Allí se dedica al estudio de la filosofía aristotélica y la teología de Tomás de Aquino (tomismo).

Sus primeros problemas comienzan cuando durante el noviciado rechaza tener imágenes de santos y solo acepta un crucifijo. Nada más que con 18 años ya enfrenta un proceso por sospechas de herejía (Es decir, discernimiento libre, tal la etimología de hereje).

 

En 1566 se produce el primer procedimiento en su contra por sospechas de herejía. Sólo tenía 18 años. Más allá de ello en 1572 se ordena como sacerdote dominico en Salerno y pasa al estudio Santo Domingo Mayor. Para 1575 recibe el título de Doctor en Teología de la orden.

 

Después de viajar por Italia y Francia llegó a Ginebra donde abandonó los hábitos. Allí Calvino tenía una república protestante, doctrina a la cual adhirió, pero en donde también realizó algunos de sus actos de inconformidad y en una ocasión publicó y distribuyó un panfleto en donde acusaba a Calvino de cometer 20 errores en una lectura, fue hecho prisionero hasta que se retractó de lo dicho. Dejó el Calvinismo acusándolo de ser contrario a la libertad intelectual.

 

Muy largo sería detallar el derrotero de Bruno en busca de verdades mientras escribía y causaba temblores en los popes de la jerarquía católica con sus escritos más importantes “De umbris idearum”, de 1582; “La cena de las cenizas”, “Del universo infinito y los mundos” y “Sobre la causa, el principio y el uno”, estas tres obras escritas en 1584. En 1585 escribió “Los furores heroicos” en la cual, en un estilo de diálogo al estilo platónico, poético – científico, describe el camino hacia Dios a través de la sabiduría.

 

En Venecia su mecenas y protector Giovanni Moncenigo, noble veneciano, lo traiciona   entregándolo a la «Santa» Inquisición. El 27 de Enero de 1593 se ordena el encierro de Giordano Bruno, en el Palacio del Santo Oficio en el Vaticano.

 

Bruno fue un apóstol de la Razón y de la Libertad contrariando la tesis tomista de que la filosofía es “ancilla fidei”, es decir esclava de la religión. Por el contrario, el filósofo es más valioso que el vasallo de la religión ensotanado.

 

Defenderá, como harán a su modo todos los copernicanos, que la religión debe ser entendida como una ley destinada al gobierno de las masas incapaces de regirse por la razón y es por ello que los buenos teólogos no deben entrometerse en la vida de los filósofos, del mismo modo que los filósofos respetarán el trabajo de los teólogos en su tarea de gobierno de las masas populares. La función de la religión es, pues, meramente civil.

 

Respecto a sus tesis cosmológicas destacan la idea de la infinitud del universo entendida como expresión de la infinita potencia de Dios, así como la descripción de las estrellas celestes como soles rodeados de planetas parecidos a la tierra. El universo es para éste autor uniforme, con lo que se rompe con la distinción entre mundo sublunar y supralunar que había sido establecida por Aristóteles y que aun sobrevivía en la doctrina heliocentrista de Digges.

 

Compartimos con Bruno que “El Universo está penetrado de vida y es, él mismo, vida, esto es, organismo infinito en el cual se hallan los organismos de todos los mundos particulares, de los infinitos sistemas solares análogos al nuestro.”

 

Por supuesto, no ingresamos aquí en el “Sobre lo Inmenso” donde se afirma que Dios no es ni personal ni creador, sino más bien la mens virgiliana que “agita la materia”, principio interno de vida, semilla eternamente productiva, pero hemos de decir que Bruno se adelantó en siglos a lo que la física cuántica está comenzando a aceptar en los días presentes.

 

Luego de años de encarcelamiento y torturas en las mazmorras de la “Santa” Inquisición, Giordano Bruno fue llevado al cadalso. Tal era el temor de sus jueces clericales y verdugos que le sellaron la boca con una estaca de madera para que no pudiera decir palabra alguna mientras marchaba hacia el martirio.

 

En su momento, el gran Papa Juan Pablo II, luego elevado a los altares pidió perdón por la ejecución de Giordano Bruno, manifestado el «profundo pesar» de la Iglesia por la «muerte atroz» de Bruno en la hoguera, aunque evitó hacer un «mea culpa» y señaló, mediante un comunicado, que futuros estudios sobre el dominico deberán revelar «cuánto le separaba de la fe».

 

Luego, el Secretario de Estado Vaticano, Angelo Sodado, dijo que “La quema de Bruno en la hoguera fue «un triste episodio de la historia cristiana moderna”. Apenas 500 años más tarde, pero la reticencia de la Iglesia Católica a liberar a los espíritus al uso de la Razón y de la Libertad –sobre todo en el Espíritu- continúa vigente y es causa del alejamiento de las mentes más esclarecidas.

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