Réquiem por un Amigo: En memoria del Dr. Rogelio Saravia Toledo
Ha perdido Salta a una figura consular. La partida del Dr. Rogelio Saravia Toledo deja un espacio vacío en la sociedad y en el recuerdo de los amigos imposible de saldar porque perteneció a esa legión de personalidades que son irrepetibles.

SALTA- POR ERNESTO BISCEGLIA.– Otra página del Libro de nuestras Vidas ha sido arrancada. Con la partida del Dr. Rogelio Saravia Toledo se van décadas de recuerdos universitarios, de momentos compartidos cuyas imágenes se hacen difusas entre las volutas de tantos cafés consumidos mientras escuchábamos atentos sus consejos, anécdotas y tratábamos de capturar algo aunque más no fuera de toda esa sabiduría compendiada en su persona.
Aunque descendiente de un abolengo y una prosapia familiar que hunde sus raíces en la más augusta tradición patricia de la provincia, Rogelio hizo gala de una sencillez que le permitía discurrir sobre los grandes temas del derecho, de la filosofía, la literatura, la historia y a la vez compartir con la misma llaneza con Juan, el eterno lustra de “Vang Gog”, en una muestra meridiana de que la humildad es el blasón de mayor lustre a que puede aspirar un hombre.
Como es propio de las inteligencias más elevadas, lo caracterizó su ironía y ácido sentido del humor aplicado primero a él mismo y con el límite del respeto a los demás, enseñando que el modo es reír con alguien y no reírse de alguien.
Abogado, docente, historiador, genealogista, jurisconsulto, su polifacética vida intelectual estuvo sin embargo signada por el dictado de la cátedra más elevada, aquella de ser un Maestro de los principios, de las categorías y los valores que hacen del ser humano un ciudadano enaltecido. Si en una frase debiera resumirse la historia personal de Rogelio sería la de haber sido siempre consecuente con la honestidad de los procedimientos.
Fue de aquellos hombres generosos con el conocimiento hacia todos. Para con quienes fuimos sus alumnos, luego sus discípulos y en la edad adulta sus amigos. Ya en el aula, ya en la mesa del café continuamos aprendiendo.
Podríamos acaso escribir el panegírico más expresivo sobre la personalidad del Dr. Rogelio Saravia Toledo, pero ninguna palabra alcanza en estas horas, sino el simple, sencillo «Requiem aeternum» que acompaña a todo hombre creyente como lo fue, donde decimos que fue llevado al país de la vida. ¿Para qué hacer preguntas? Su morada, desde ahora, es el Descanso, y su vestido, la Luz. Para siempre.