Salta: Fray Luis Giorgi, el constructor de los primeros Mausoleos del Cementerio de la Santa Cruz
Las sandalias de los franciscanos han dejado huellas indelebles no sólo en el alma de los salteños desde el día mismo de su Fundación sino también su impronta en las artes. En el caso del arte funerario el nombre de Fray Luis Giorgi ocupa un lugar destacado ya que fue el autor de los primeros mausoleos del Cementerio de la Santa Cruz de Salta, algunos de los cuales hospedaron los restos del General Martín Miguel de Güemes, Rudecindo Alvarado y otros destacados hombres y mujeres de la Independencia.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- Cuando en el capítulo del Obispado de Salta se trate de las ríspidas relaciones entre el primer gobierno criollo y la Iglesia, habrá de comprenderse con mayor claridad la causa del desvanecimiento de tantas obras y vocaciones que hasta entonces habían trazado una senda verdaderamente magnífica en el esfuerzo evangelizador del Tucumán.
Los Franciscanos no estuvieron exentos de esos pesares, así por ejemplo, a consecuencia de la Guerra de la Independencia hubo el caso de los dos frailes de la Misión de Zenta que ante el avance realista se vieron obligados a desatender sus obligaciones naturales y servir como capellanes de esos ejércitos. No menos –como se adelantó- tuvo incidencia el autoritarismo de Rivadavia que promulgó leyes lesivas de los derechos de la Órdenes religiosas.
Sumado a estos problemas otros propios del llevar adelante una organización, provocaron que el convento de San Francisco de Salta fuera despoblándose de frailes y cayendo en el descuido. En aquellos años, aparece la figura del Doctor Isidoro Fernández, entonces fiscal de la diócesis de Salta y a quien se deben grandes esfuerzos por lograr el restablecimiento y el orden eclesiásticos en esta ciudad. Uno de esos propósitos que se impuso Fernández fue el establecimiento de los Misioneros Franciscanos de Propaganda Fide en Salta que fue posible mediante la cesión del convento, perteneciente entonces a la Provincia de Asunción de la Virgen del Río de la Plata.
El primer contingente de misioneros de Propaganda Fide partió desde el puerto de Génova en la región italiana de Liguria a bordo del buque “Francia” el 23 de agosto de 1856, cuando tocaba las costas de Río de Janeiro sufrió un accidente y posterior incendio en el cual los frailes perdieron todas las pertenencias que traían consigo salvando milagrosamente sus vidas. Recién arribaron a Salta en marzo de 1857 para encontrar otra dificultad, el desconocimiento de su nombramiento por parte de los padres instalados en el convento por lo que se vieron obligados a pernoctar en el propio de La Merced durante un mes aproximadamente cuando recién pudieron ubicarse en el claustro franciscano. Aquellos primeros misioneros italianos fueron: Basilio Bartolini, Facundo Cansani, Fernando Falorni, Benjamín Cenci, Luis Giorgi, Paulino Strambi, Masseo Massei, Daniel Michelini, Joaquín Remedi, Francisco Ricci y el ya mencionado José Puigdengolas. Las crónicas describen para entonces un panorama desolador del convento y la iglesia a consecuencia del abandono de muchos años. Durante este tiempo en el área de la reconstrucción edilicia se destacará la figura del Padre Luis Giorgi.
Fray Luis Giorgi
Merece sin duda un acápite particular la singular figura del Padre Luis Giorgi cuyos rastros póstumos persisten en esconderse de la historia. El investigador Roberto Vitry quien ha dedicado estupendos esfuerzos a rastrear la vida y obra de este genial fraile, sostiene, por ejemplo, que se hallaría inhumado en el cementerio de la Santa Cruz en el mausoleo perteneciente a la familia de Rudecindo Alvarado, uno de los tantos que construyera.
Foto del año 1856 que retrata a un grupo de profesionales italianos, entre ellos se cuentan algunos que serían los constructores de los templos más emblemáticos de Salta como Macchi y Cánepa y que además contribuirían a cambiar la fisonomía arquitectónica de la ciudad de Salta. La flecha señala al Padre Luis Giorgi.
Fuente: Botelli, José Juan. “Los Italianos y descendientes en Salta”. Crivelli. 1983. Pág 178.
Oriundo de la Campania, en Italia, su ciudad de origen fue Nápoles y su vida religiosa se inició en la Toscana en el convento de los Minoritas franciscanos. Aún no había recibido las órdenes mayores cuando ingresó en la Propaganda Fide y así llega a Salta con el primer contingente de frailes italianos.
Además de su profesión de arquitecto entre sus condiciones figuraban las de músico, escultor, pintor y poeta. Cuando llegó a Salta ante la ruina que presentaba el establecimiento franciscano se dio a la tarea de realzar la construcción: así concluyó el frente dotándolo de toda la magnificencia que hoy ofrece y proyectó y ejecutó el altar mayor que oculta el coro de los frailes.
Con genuino gusto italiano renacentista ornó el fondo y diseñó los arcos de los altares y los nichos que ocupan los santos. Por su condición de estatuario pudo ejecutar las imágenes de San Diego que preside el templo desde el nicho en altura en el retablo. Debajo, en el centro se destaca su Purísima, concebida según el modelo de la Virgen del Murillo; aunque sin duda la obra que más impresiona es el cuerpo yacente del Severo, tendido con la garganta herida y en actitud agónica. Se trata de una imagen de cera con pelo natural. Sobre la contextura de Giorgi se lo describe “alto, delgado y en extremo nervioso; espíritu de artista, manos de tal, músico y cantor del coro; suave y correcto en el trato y sus costumbres” (Cita 15).
En el orden del trabajo de la comunidad franciscana, la llegada del contingente italiano de Propaganda Fide le administró una savia renovada cuyos resultados quedan hoy expuestos ante la historia; desde su bellísimo templo que ya constituye un ícono representativo de Salta hasta los millares de auxilios espirituales que brindaron en el cumplimiento del apostolado esencialmente franciscano: la confesión. Ese grupo de italianos fue el comienzo de una verdadera red de relaciones familiares e institucionales que se fortaleció a partir de 1870 cuando se produce en la República Argentina el comienzo de la gran inmigración. El convento de San Francisco fue el punto de reunión de toda la colectividad que celebraba alegremente fiestas particulares y aquellas del santoral italiano. Por lo demás, ningún rincón de la provincia quedó sin contemplar el paso de un sayal franciscano, desde el Chaco salteño a las estribaciones de la Puna pasando por el convento de San Salvador de Jujuy.
En los fondos del convento de San Francisco se levantó en aquellos años un horno en el cual fueron fundidas las primeras campanas del templo, inicialmente sostenidas en una armazón de madera, hasta que la inspiración de Giorgi diseñó la torre del campanario. En otras iglesias de la zona todavía tañen campanas que también fueron confeccionadas en el convento.
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