Martín Miguel de Güemes: La postergación bicentenaria del primer líder social y político
La transformación de la chusma en ciudadanos es lo que la historia liberal jamás le perdonó. Güemes no fue un caudillo, tampoco un revolucionario, sino el caso paradigmático del primer liderazgo popular y polítoco en la historia del país.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA- (Publicada originalmente el 09/Jun/2022) Para la historiografía liberal el fenotipo del gaucho constituyó la figura del atraso y la barbarie mientras se proponía un modelo de próceres de bronce y mármol, tan prístinos e impolutos como deshumanizados. Esa historia de cuño mitrista con olor a humedad de puerto fue la que heredaron generaciones y generaciones de argentinos para los cuales la Gesta Güemesiana jamás existió con ser precisamente ésta la que hizo posible la fundación de la República Argentina.
La paradoja histórica que colisiona con el pensamiento de la historia liberal es que la Independencia argentina se saldó en el norte de la Patria en el epicentro insoslayable de la Intendencia de Salta bajo responsabilidad y mando de un líder como Martín Miguel de Güemes que convirtió a la chusma en una potencia bélica que detuvo a unos de los ejércitos más importantes del mundo de aquella época.
El caso del General Güemes no puede ser estudiado sólo desde la faz bélica sino que conviene rescatar el perfil político y social de su actuación que superó aquella peyorativa definición de Sarmiento que consideraba al gaucho como “un bípedo implume cuya sangre sólo sirve para regar la tierra”(según expresa en “Facundo”) y modeló un tipo de ciudadano con conciencia de derechos y deberes. Con sentido de pertenencia y permanencia en una Patria.
¿Cómo pensar entonces de que Güemes podría ser valorado si representaba la antítesis de la porteñidad?
El primer preconcepto de la historia liberal fue llamar “caudillo” al General Güemes cuando éstos eran el arquetipo de la anarquía, del gobierno tipo patronazgo en pendencia con sus vecinos por razones limítrofes y el quien ejercía una suerte de paternidad sobre su pueblo.
El General Güemes fue primero un militar formado en la disciplina castrense, un político designado gobernador por aclamación popular, un hecho inédito en aquellos años (1815), un líder social que buscó mejorar la calidad de vida de sus gauchos generando una legislación revolucionaria para entonces –el Fuero Gaucho- y el gobernante de un territorio definido ya que su zona de influencia alcanzaba a las provincias altoperuanas y al Protectorado de Atacama, en el norte de Chile.
No obstante hemos hallado en títulos universitarios y que en algunas cátedras al estudiar el proceso de la anarquía desde 1820 entre los caudillos se incluye a Güemes, un grueso error ya la visión del salteño en el marco de la Guerra de la Independencia fue continental y nunca localista, además, siendo el único General caído en una acción de combate, muere al año siguiente del inicio de ese proceso histórico, en 1821.
La historiografía aún no le otorga el lugar estratégico que tuvo en el marco del Plan Continental Sanmartiniano, como tampoco se estudia su pensamiento político y las transformaciones sociales que logró.
La primera acción de armas del Ejército Auxiliar del Alto Perú fue un cruce de disparos en Cotagaita que denunciaría que en realidad los jefes de aquella expedición, Antonio González Balcarce y Juan José Castelli venían con órdenes más de negociar que de combatir. De allí entonces que la acción de Güemes en Suipacha donde atacó desobedeciendo una orden superior haya puesto a sus superiores en una situación incómoda y como reacción fuera ignorado en el Parte de Guerra y sancionado junto a sus gauchos. Un repaso por las crónicas de distintos historiadores, en su mayoría porteños, servirá para corroborar que Güemes fue eliminado ex profeso del episodio de Suipacha.
En 1812, al hacerse cargo el General Manuel Belgrano del Ejército del Norte, desplaza por razones que consideró disciplinarias a Güemes del teatro de operaciones del norte, estando ausente por dos años hasta su regreso en 1814 con el General José de San Martín quien lo nombrará Jefe de las Partidas de Observación, instalándolo definitivamente en la historia.
Ese extrañamiento de Güemes de su escenario natural que le impidió estar en las Batallas de Tucumán y Salta sirvió para olvidar al general gaucho y determinar que estos dos hechos bélicos consolidados con la Gesta Sanmartiniana bastaban para comprender la Guerra de Independencia, relegando a Güemes al papel secundario de un “defensor de la frontera norte”, lejos de alcanzar la categoría de Prócer.
Las razones de una postergación bicentenaria
En aquel año de 1820 los diarios porteños hablaban del “abominable Güemes” y al año siguiente -1821- celebraron su muerte publicando “un caudillo menos”.
Es que Güemes desbordó el marco referencial político, social y económico en que las clases dominantes concibieron a la “Revolución de Mayo” que al fin de cuentas no fue tal. En cambio Güemes sí le otorgó contenido revolucionario y popular al Movimiento de Mayo.
Mientras en Buenos Aires son los comerciantes, los que tenían “la sangre limpia”, los militares y algún sector de la Iglesia Católica quienes deciden el golpe de estado que derroca al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, en el norte, Güemes torna en protagonista al pueblo, a los marginados y los convierte en los actores principales de una verdadera revolución.
Bajo este concepto hasta no sería arriesgado opinar que en Salta y con Güemes fue donde realmente Mayo fue una Revolución.
Güemes, el hombre, el líder, el Prócer
Tuvieron que transcurrir 185 años desde su muerte para que fuera reconocido Héroe Nacional por imperio de la Ley 26.125, promulgada el 22 agosto de 2006 y se declarara feriado nacional el 17 de Junio para rendirle homenaje en la misma dimensión que a los Generales Manuel Belgrano y Don. José de San Martín.
El año del Bicentenario del paso a la Inmortalidad del General Güemes pasó con escándalo y lejos de lo que tan magna fecha reclamaba como conmemoración. Ahora, la figura del Prócer salteño se anuncia en un billete como un triunfo político cuando en realidad se lo ha reducido a un folleto político al servicio de una ideología colocándolo al lado de una mujer extraordinaria de la Independencia como Juana Azurduy de Padilla; sin embargo, la talla de Padre de la Patria del General Güemes reclama la soledad en un signo monetario.
Fútil y devaluado “homenaje” el que le hacen al General Güemes en un papel que perderá su valor antes de que circule entre los argentinos, mientras el hecho es saludado por la clase política como un triunfó que si lo es tiene un costo pírrico.
Lejos de honrar la Memoria del Héroe Gaucho, la presencia en un billete del mismo ha sido motivo y causa para desnudar que los argentinos nada conocen de Güemes ni de Salta. Quizás esas personas no tengan la culpa, al fin, no tienen la obligación ni de ser instruidos en historia ni de conocer algo que desde 1810 fue tan lejano para el Puerto como fueron y son, las provincias del norte.
El pueblo salteño tampoco conoce de la Gesta Güemesiana y se le adeuda un conocimiento profundo de lo que significó la Gesta Güemesiana y la Belgraniana, qué representaron conceptos como “Guerra de Recursos”, “Plan Tenazas” o “Fuero Gaucho”, ya que a pesar de una años hablando de Güemes los gobiernos no han generado una verdadera pedagogía sobre la Gesta Güemesiana y su importancia en el marco de la Guerra de la Independencia, que no haya sido otra cosa que sembrar bustos de Güemes y realizar entregas de diplomas aquí y allá.
Falta que ese conocimiento baje hasta los docentes y los alumnos, a todo el pueblo salteño en general porque sino, como diría el historiador Félix Luna “Los héroes no nacen por decreto ni por actos sino que son consagrados por el amor que le tienen los pueblos”. Y nadie ama lo que no conoce.-