Cementerio de la Santa Cruz: La Comunidad Franciscana (I)
En la galería de ingreso central del Cementerio de la Santa Cruz, apenas pasando el Monumento que contuviera los restos del General, Rudecindo Alvarado, se encuentra el Mausoleo de la Comunidad Franciscana de Salta, la más antigua en la tarea evangelizadora en Salta y el Norte Argentino.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- La visita al Mausoleo de la Comunidad Franciscana es ocasión para despuntar apenas algunos apuntes de la vasta y riquísima obra misional de los frailes en todo el extenso territorio del norte, particularmente en la provincia y la Capital de Salta.
La Comunidad de San Francisco hunde su historia en los orígenes mismos de la Fundación de Salta. Al día siguiente de que Hernando de Lerma decretara su fundación, dispuso que se otorgue “Una cuadra para casa y convento del Señor de San Francisco”, en lo que es la manzana que actualmente ocupa la Basílica Menor, el Convento y el solar donde funcionan la Escuela San Francisco y el Instituto Padre Gabriel Tommasini.
Salta tiene alma franciscana, su historia está recorrida con las sandalias de Asís y desde sus primeros balbuceos el sayal del Poverello es una presencia clásica en cada jornada destacada de la región y de esta provincia en particular.
Estupendos testimonios de abnegación y celo apostólico se recogen a cada instante de estos hombres dedicados en cuerpo y alma a la tarea de enseñar al indígena el cultivo de la tierra y el conocimiento del Evangelio. Una legión de frailes que superará en número a las demás Órdenes comenzará a pisar esta tierra.
Los Franciscanos en la época de la Independencia
Los Franciscanos no estuvieron exentos de los pesares de ese tiempo turbulento que fue la Guerra de la Independencia; así por ejemplo, hubo el caso de los dos frailes de la Misión de Zenta que ante el avance realista se vieron obligados a desatender sus obligaciones naturales y servir como capellanes de esos ejércitos.
Sumado a estos problemas otros propios del llevar adelante una organización, provocaron que el convento de San Francisco de Salta fuera despoblándose de frailes y cayendo en el descuido. En aquellos años, aparece la figura del Doctor Isidoro Fernández, entonces fiscal de la diócesis de Salta y a quien se deben grandes esfuerzos por lograr el restablecimiento y el orden eclesiásticos en esta ciudad. Uno de esos propósitos que se impuso Fernández fue el establecimiento de los Misioneros de Propaganda Fide en Salta que fue posible mediante la cesión del convento, perteneciente entonces a la Provincia de Asunción de la Virgen del Río de la Plata.
Los primeros frailes italianos en Salta
El primer contingente de misioneros de Propaganda Fide partió desde el puerto de Génova en la región italiana de Liguria a bordo del buque “Francia” el 23 de agosto de 1856, cuando tocaba las costas de Río de Janeiro sufrió un accidente y posterior incendio en el cual los frailes perdieron todas las pertenencias que traían consigo salvando milagrosamente sus vidas. Recién arribaron a Salta en marzo de 1857 para encontrar otra dificultad, el desconocimiento de su nombramiento por parte de los padres instalados en el convento por lo que se vieron obligados a pernoctar en el propio de La Merced durante un mes aproximadamente cuando recién pudieron ubicarse en el claustro franciscano. Aquellos primeros misioneros italianos fueron: Basilio Bartolini, Facundo Cansani, Fernando Falorni, Benjamín Cenci, Luis Giorgi, Paulino Strambi, Masseo Massei, Daniel Michelini, Joaquín Remedi, Francisco Ricci y el ya mencionado José Puigdengolas. Las crónicas describen para entonces un panorama desolador del convento y la iglesia a consecuencia del abandono de muchos años. Durante este tiempo en el área de la reconstrucción edilicia se destacará la figura del Padre Luis Giorgi, autor de los primeros mausoleos del Cementerio de la Santa Cruz en Salta.
La invasión de Felipe Varela a Salta
Desde varios días antes al 10 de octubre de 1867, el gobernador Sixto Ovejero tenía conocimiento de que el caudillo Felipe Varela se preparaban para invadir la ciudad ingresando por los Valles Calchaquíes; ante lo imperioso de la situación se dictó un decreto organizando la defensa.
Aquella mañana y luego de haber vencido a las tropas destacadas en el camino con el fin de oponer resistencia a su marcha, Varela llega a las puertas de la ciudad e intima la rendición en el lapso de una hora. La respuesta fue una descarga de rifles que dejó varios bandoleros en el piso; luego, a pesar de la tenaz defensa la ciudad cayó en manos de la horda:
“Lo que se vio después –fue el caso más espantoso- las sombras de la muerte cubrieron a este infortunado pueblo por espacio de más de una hora. Nada respetó entonces el enemigo: templos, oficinas públicas, casas de negocios y de particulares fueron saqueadas bárbaramente y del modo más espantoso y feroz”. (Cita 1)
Mientras el fragor del combate arreciaba, un grupo de jovencitas, señoras y algunos caballeros fueron cobijados en el interior del templo franciscano, detrás del altar, en el coro de los frailes. Sin embargo, también el santuario fue hollado por la horda de bandidos, según continúa relatando la crónica de aquellos días:
“Fue (el templo) refugio de más de doscientos caballeros, desde el gobernador (…) y la iglesia de bote a bote llena de señoras y niñas (…) Un pelotón enemigo, o su cabo a caballo, penetró por el corredor de la portería hasta la sacristía, y allí hirió a un caballero y al religioso que quería ampararlo” (sic). (Cita 2)
Más tarde, cuando Varela se hallaba acantonado en el Campo de la Cruz, un fraile del convento se traslada hasta el campamento para impetrar por la ciudad, y la respuesta del caudillo es elocuente: “Nunca he ordenado molestar a los Franciscanos, pues yo los aprecio porque me crié con ellos en Catamarca”.
El Mausoleo
El Mausoleo guarda los restos de los Franciscanos que hicieron época en Salta desde mediados del siglo XX hasta casi su consumación. Destacada es la figura de Fray Honorato Pistoia, que había nacido en Subíaco, Italia y formaba parte de aquel último contingente de frailes italianos que supieron darle a la sociedad salteña un color muy particular y un sabor tanto más cálido a su misión de evangelizar. Honorato no supo de descansos ni renuncios desde que se encendiera en su corazón la vocación sacerdotal y su elección franciscana. Fue de aquellos frailes que imprimieron una marca indeleble en los corazones de quienes los conocieron, en particular, él, que de estatura pequeña supo agrandar su figura hasta los confines del recuerdo, marcando una impronta insoslayable en los terrenos que supo abordar.
Hizo del Instituto Padre Gabriel Tommasini una de las instituciones más destacadas de su tiempo. Sus egresados se destacaron por el nivel que alcanzaban en sus aulas. Los salteños durante más de una década comenzaban su día acompañados por sus reflexiones que impartía desde el micrófono de la desaparecida LV9 Radio Salta, en su micro «Vivir con fe». Recorrió cada rincón de la ciudad montado en su «Vespa» traída de Italia llevando auxilio espiritual a quien se lo requiriera, sin importar el clima ni la hora.
El Padre Honorato vino a la Argentina a mediados de 1900, y desde entonces volvió a su patria y a su verdadera familia en pocas ocasiones, luego volvía a su comunidad salteña que lo sentía como un verdadero «Padre».
Fray José “Tito” Collalunga
«Iosephus (Tito) Collalunga había nacido en Castelnuovo de Porto (Roma-Italia) el 14 de octubre de 1896; se incorporó al Colegio Seráfico de Orte en 1913, siendo consagrado sacerdote el 19 de febrero de 1921. En el año 1923ya estaba en la Argentina, en Formosa y en 1924 en Salta desempeñando la vice-dirección y luego la dirección de la Escuela San Francisco. Desde entonces -Escribe Mario Ríos en El Tribuno- tomó contacto con las nuevas generaciones salteñas y volcó en una vieja entidad deportiva, Centro Juventud Antoniana, sus mejores afanes.
Junto al fervor misionero estaba también su orientación docente y allí irradió sus condiciones el maestro no sólo enseñando religión sino también en el Profesorado de italiano, y filosofía en establecimientos como el Liceo de Señoritas del Colegio del Huerto, Colegio Nacional y Escuela Normal. Se jubiló con asistencia perfecta. En 1963 ocupó una vocalía en el Consejo General de Educación donde ejerció la Vicepresidencia. Desempeñó otros cargos, pero entre su múltiple actividad tuvo trascendencia nacional e internacional la organización de las bibliotecas franciscanas en Tarija, Jujuy y Salta; ordenó 25 mil volúmenes rescatando libros e incunables.
Dentro de la Orden Franciscana desempeñó todas las jerarquías. En el ámbito eclesiástico fue director de «Conferencias Morales de la Curia, Examinador Prosinodal y Defensor del Vínculo. Como misionero sembró su apostolado por la vieja Gobernación de Los Andes, los Valles Calchaquíes, Antofagasta de la Sierra. Por su pureza de espíritu fue muy querido y respetado en todos los ámbitos. Falleció Santa el 12 de marzo de 1981. El 11 de setiembre de ese mismo año en el día del maestro, en el Colegio Nacional de Salta se puso su nombre a la Biblioteca del Establecimiento». (3)
Fray José Butinelli
Misionero, escritor y periodista.
Con sus compañeros de curso Inocencio Pacciarelli, Manzueto Sangrilli, Tiburcio Cecci y Gentile Lorenzino, vinieron a Salta a sembrar fe y esperanza, junto a una obra positiva.
Fray José nació en soriano al Cimino, provincia de Viterbo (Italia) el 15 de junio de 1914. Vistió el hábito franciscano el 12 e agosto de 1934, realizándose su primera admisión oficial el 15 de agosto de 1935. Consagró los votos solemnes el 28 de agosto de 1938 y se ordenó sacerdote en la Basílica del Milagro en Salta el 30 de noviembre de 1941. Su primer destino fue párroco de Orán, donde promovió la construcción de una iglesia ortodoxa, anticipando así su vocación ecuménica. Fue Superior en Jujuy donde impulsó el colegio. Se desempeñó como superior y párroco en Tartagal.
Regresó después por tres años a Italia. De regreso estuvo en el leprosario Baldomero Sommer. Volvió como Superior de Orán. Luego fue elegido por sus pares Custodio Provincial, Superior del Convento San francisco en Salta, Capellán del Liceo Naval Francisco de Gurruchaga.
Fue bibliotecario reemplazante de Fray José Collalunga, desde cuya actividad inició numerosas publicaciones (Cuadernos Franciscanos y los Guiones para el «Hermano Libro») y una antología en dos tomos «Cien poetisas del NOA». Fray Butinelli falleció en la ciudad de Salta el 14 de febrero de 1982. (4)
Fray Rafael Gobelli
El periódico «El Tribuno», en su edición del 15 de julio de 1962, en un trabajo que lleva la firma de Carlos Durand Cornejo, dice lo siguiente:
«Fray Gobelli llegó a Salta el año 1871-había nacido en su lejana Italia el 12 de Octubre de 1862- cursando los estudios del Colegio de Misioneros de San Francisco en esta ciudad. el 12 de marzo de 1865 se recibía de sacerdote. A partir de entonces y durante sesenta años, no conoció otros halagos que no fueran el sacrificio diario por sus semejantes y el permanente servicio de la casa de Dios».
«En la ciudad de Salta fundó el Asilo San Antonio, el Orfelinato Femenino y el Hogar para ancianas, anexos al anterior; el Pande los Pobres; el Colegio incorporado San Rosa, uno de los primeros de la ciudad y que en ocasión de su institución, mereciera la especial aprobación del Vaticano a la acción de su fundador».
«En las misiones de la zona oranense, fundó la escuela primaria Nueva Pompeya, donde centenares de niños indígenas aprendieron a leer y a ser argentinos; fundó a iglesia de la actual ciudad de Güemes, fue el creador de varias misiones que hoy cumplen una tarea extraordinaria incorporando a tribus enteras a la civilización».
«Fray Gobelli ha sido profesor de Derecho Canónico y Teología, Prefecto de las Misiones, dos veces superior del Convento San Francisco».
Entre otras obras publicadas se citan: «Memorias de mi Prefectura en las Misiones del Chaco», «Otras memorias del Colegio Apostólico de Salta» y el notable trabajo «Estudios etnográficos sobre los indios del Chaco».
Otra referencia de Fray Gobelli dice lo siguiente:
«Rafael Gobelli: Fraile Franciscano. nació en Casal Cermelli (Alessandría), en 1862. En 1874, año de su llegada a la Argentina, en el claustro del Convento de San Diego en Salta, comenzó su aprendizaje como alumno de Fray Paulino Strambi. en 1878 tomó el hábito franciscano y al año siguiente hizo su profesión religiosa. En 1884, a la muerte del obispo Rizzo Patrón, que iba a consagrarlo sacerdote, pasó a Catamarca primero y a Córdoba después, ciudad esta última donde se presentó a exámenes de reválida. Previa dispensa de edad que le otorgó el Vaticano, recibió en Córdoba la ordenación sacerdotal, regresando a Salta, donde cantó su primera misa en 1885. Al año siguiente partió a la villa de San José de los Cerrillos (Salta), para prestar sus servicios cuando la epidemia del cólera.
Destacado como misionero en Santiago del Estero, junto al canónigo doctor Clodomiro Arce, a su regreso en 1890, fue nombrado definidor general de su Orden. En 1901 fue catedrático de teología, derecho canónico, historia y dogmática en la Escuela de Novicios en 1904, guardián del Convento Franciscano de Salta. en 1910, nombrado prefecto de misiones, realizó giras por las provincias norteñas y se internó en el Chaco, beneficiando a los aborígenes con escuelas y capillas. Al poco tiempo, publicó un volumen de Memorias de mi Prefectura en el Chaco, con curiosas observaciones etnográficas y etnológicas, que luego completó con otro tomo acerca de Los Indios Tobas.
Comisario provincial en 1914, redactó un tercer volumen que publicó con el título de Mis Memorias y Apuntes Varios, donde se consignan dato históricos sobre algunos de los conventos franciscano de la república. Propulsor del Museo Provincial de Fomento e Historia Natural, que organizó en salta el estudiosos Christian Nelsson desde 1916, el religioso dedicóse a obtener muestras de minerales para donarlos a dicha entidad.
El Vaticano lo designó «postulador» en la causa de la canonización del beato Antonio María Gianelli. Figura venerada en todo el país, cultivó el periodismo católico. Además de haber publicado libros vinculados a la historiografía nacional, actuó en el primer Congreso e Historia Nacional reunido en Jujuy en 1924; colaboró a la Junta d Estudios Históricos de Salta y fue miembro de la comisión organizadora de la Primera Reunión de Historia del Norte Argentino, celebrada en la referida ciudad, en 1938. Murió en el Convento de San Diego, en 1944″.
Otro de los Franciscanos que descansa en este Mausoleo es Raimundo Monfelli, cuya característica para quienes lo conocieron era la de caminar suavemente con sus brazos cruzados y dentro de las mangas del sayal. Confesor de jóvenes y predicador, fue uno de los frailes también más emblemáticos de su tiempo.
Fray Marino Luis Cappelletti
Llegó a ser el Custodio Provincial de los Padres Franciscanos y Rector del Instituto Padre Gabriel Tommasini. De estricta conducta, cuando ofició como director de los establecimientos educativos franciscanos mantuvo una eficaz administración y supo hasta tener la ubicación de cada alumno en cada aula. Gustaba de la música y era común verlo caminar por las galería del colegio llevando su guitarra al hombro.
La recordada figura de Carlos Mamaní
Carlos Mamaní entró a trabajar a San Francisco en 1948, a los 17 años. Fue el sacristán y guía del museo y los memoriosos recordarán su porte sólido como sus conocimientos, repitiendo a los grupos de turistas su discurso, no como una lección aprendida de memoria, sino como quien muestra su casa en continuo y orgulloso sinfín. Pasó cerca de 50 años al servicio de los frailes franciscanos
Fuentes:
Cita 1]: “10 de Octubre de 1867”. Tribuna Popular. Año III. Nº 573. Miércoles 10/10/1906.
Cita 2]: Tribuna Popular. Artículo citado.
Cita 3): Fuente: Botelli, José Juan. «Los Italianos y sus descendientes». Salta. 1983. Pág. 54.
Cita 4): Fuente: Botelli, José Juan. «Los italianos y descendientes en Salta». Salta. 1983. Pág. 56.
Agradecimientos:
Director de Cementerios: Sr. Julio Villafañe
Sr. Mario Cruz
Fotografías: Gustavo Tapia