Breve Ensayo Herético: Cargnello, Satán y los tiempos del Anticristo
Nos, inspirados en el ánimo de suministrar alguna argumentación que inicie acaso un debate necesario sobre una materia de providencia poco común, saludamos que desde una Arquidiócesis de tan pobre iluminación intelectual se decida exponer un Tribunal que discierna sobre el satanismo, actividad bullente en estos tiempos, más no apreciada en su “Quantum” por la mayoría en orden a su presencia y difusión en la sociedad actual. Decimos, sin objeción de conciencia alguna que nos producen reservas los nombres de los dictaminados pero nadie somos para tal empeño sino sólo subjetivos opinantes que consideramos que al menos uno de los designados más cerca estaría de emular a Bernardo Guy o Juan de Torquemada que a un combatiente contra “principados y potestades que habitan en el espacio” (Ef. 6, 12).

SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.- Entendemos que la materia que abordamos sea cuestionable y nuestro parecer cuestionado por carecer de unción alguna con santos óleos y carecer de altos estudios teológicos, mas, diremos con el salmista que “El principio de la sabiduría es el temor al Señor. Quienes practican esto adquieren entendimiento y alaban al Señor toda su vida” (Sal 111:10). Es pues, la presente disquisición un tributo alentado por el amor al Cristo del cual procede toda fortaleza para animarnos en esta tarea.
Nos, comulgamos plenamente en la necesidad urgente de involucrarnos en el combate contra la Oscuridad que en los días presentes hace que escuchemos aquí y allá el saludo del Plutón de la Divina Comedia: “¡Papé Satán, Papé Satan aleppe! (Padre Satán, padre Satán, cuidado”, conque a modo de advertencia recibe a los recién llegados (Dante y el poeta Virgilio) en el inicio del Canto VII de la “Commedia”. No es casual que tomemos este texto del florentino donde alude a Plutón, el dios griego de la riqueza, pues la ambición del enriquecimiento a través del ejercicio del poder es la mayor tentación en los días presentes.
Dinero y poder son dos de las tentaciones con que Lucifer atrapa a los hombres, de hecho, con ellos intentó tentar al propio Cristo durante su ayuno en el desierto: “Te daré la gloria de estos reinos y autoridad sobre ellos porque son míos para dárselos a quien yo quiera. Te daré todo esto si te postras y me adoras” (Lc. 4, 5-8). Poder y riqueza atraen a la vanidad y convierten al individuo en un ser vacuo que mora en el poder abandonando a su suerte a quienes debe servir y termina sirviéndose de quienes le concedieron autoridad: “Vanitas vanitatem, omnia vanitas” (Ec.1, 2 y 12, 8), advierte la Escritura.
He allí el origen de la decadencia social, porque dinero y poder atraen inmediatamente a la concupiscencia reduciendo la existencia del hombre a la temporalidad de la carne y privándolo de toda referencia trascendente; ergo, así el Maligno abduce almas para su redil envileciendo el Mundo creado por el Padre para bienestar de los hombres que sufren diariamente el avance desenfrenado de la maldad encubierta bajo todas las formas de esa vanidad ególatra e idolátrica.
El signo de la Oscuridad es siempre contradictorio, aún desde su etimología ya que Lucifer es propiamente “Lux” y “Ferre”, en latín “Portador de Luz”, de donde el engaño y la mentira sean sus herramientas más utilizadas. Fue el Arcángel con mayor luz pero ganado por el peor de los pecados, la soberbia. De manera que ya reunimos poder, enriquecimiento, vanidad y soberbia, como caracteres que van definiendo la presencia satánica en el mundo contemporáneo.
Bien es decirlo que estos elementos constituyentes del satanismo han estado presentes a lo largo de toda la historia pero es ahora cuando se exponen con mayor crudeza y hasta con total impunidad donde la tecnología ha venido a convertirse en la vía más óptima para la universalización de la maldad y ello en tributo a la ignorancia generalizada, tanto en la falta de conocimiento como en la negación de aceptar que la maldad es una entidad operante, un Principio activo en medio de la sociedad y de las familias. Presente ya en las almas aún de aquellos que con prontitud hacen gala de una fe pública o incluso la representan. Ya decía Monseñor Pedro Reginaldo Lira: “En estos tiempos en que hay virus en las computadoras ¡También hay virus en los altares!
Una vasta literatura acumula la humanidad en referencia a la presencia del Demonio, cuyo mayor éxito reside en que su existencia sea negada; de allí lo que señaláramos “ut supra” sobre la ignorancia. Mas, no se trata solamente de una ignorancia cultural sino también de aquella que es propia de las mentes más elevadas a quienes la sabiduría de las cosas más complejas les ha apartado del conocimiento de lo simple y por lo tanto de la fe. Porque la fe es una donación sencilla de Dios al individuo que simplemente cree o no cree. ¿Acaso no son los más simples los que profesan sus devociones con mayor intensidad emocional?
El extraordinario literato italiano, Giovanni Papini, hacia 1953 publicó un clásico “Il Diavolo” de imprescindible lectura para iniciarse en los rudimentos de estas disquisiciones. Papini no trata de un estudio teológico ni filosófico sino que lleva hasta las últimas consecuencias su capacidad crítica los elementos de la doctrina católica sobre tan espinoso tema.
De allí entonces que quizás las mentes superiores sean más tentadas a ingresar en los Círculos del Averno porque el ateísmo “per se” es una declaración explícita de negación de Dios. Sin embargo –y esto es sólo un apunte porque el tema exige en sí mismo una discusión propia-, el ateo puede serlo por ignorancia o por exceso de ciencia, más no poseído por un principio de maldad, punto que nos acerca al pensamiento paulino que colisiona con el protestantismo de Lutero sobre la Fe y las Obras, que repetimos nos excede en este momento.
El satanismo presente
Conocidas son nuestras diferencias con la jerarquía eclesiástica local cuyas competencias merituamos como excesivamente limitadas y rayanas en el abandono pastoral en favor de lo crematístico. Ya supimos denunciar en repetidas oportunidades su afición a la colecta del “Óbolo de San Pedro” antes que a la mansedumbre de la predicación evangélica, mas, en esta situación vemos al fin una luz –con reservas, repetimos-, necesaria en tiempos apocalípticos. Es necesario sembrar para poder cosechar y este paso y más todavía público en la lucha contra el satanismo no es un retorno al medioevo sino una explícita y necesaria obra espiritual de inmediata necesidad y vigencia.
Véase nada más el entorno de cada uno, el de la sociedad, el país y el mundo donde abundan las manifestaciones cada día más explícitas del Maligno que saturan el ambiente de sangre y maldad.
Dice el Padre Gabriele Amorth, Presidente honorario de la Asociación Internacional de Exorcistas que «La acción del demonio está presente al menos a partir de Adán y Eva. Él es puro espíritu. Creado bueno por Dios, se rebeló y se hizo malvado. Su actividad es doble: ordinaria y extraordinaria. La actividad ordinaria está dirigida hacia cada hombre y consiste en la tentativa continua de inducir el hombre al pecado. La actividad extraordinaria consiste en los fenómenos de posesión que afectan hoy a muchos hombres. En particular son tres las formas de ocultismo con las que Satanás logra poseer a los hombres: la magia, las sesiones de espiritismo y el satanismo. También hoy ciertas canciones, cierto rock satánico, ciertos videojuegos y cierta televisión son usados por el demonio para entrar en la vida del hombre”.
Cuando expresábamos “ut supra” sobre la tecnología como herramienta del Maligno advertíamos esto mismo que señala Amorth “in fine”. Anunciarlo así genera a priori mofa y escándalo pero hay que denunciar que la maldad asume las formas del hedonismo, sin duda.
¡Tanto por decir y tan poco espacio! Pero arrimemos solamente que Satán opera por la frialdad de los humanos que han abandonado las enseñanzas de los Padres del cristianismo, en particular a San Pablo que advierte sobre el satanismo y enseña cómo defenderse de su Mal. En esto hay que señalar la culpa de la jerarquía católica más ocupada en siglos por fortalecer su espada para compartir el poder terrenal con los emperadores y luego los poderosos de la Tierra que en ser ejemplo de virtud, castidad y pobreza cristiana.
La Escritura advierte sobre el satanismo pero no dice que el creyente ahuyente demonios sino que se proteja. Un párrafo de alto contenido esotérico y de protección contra el Maligno es aquel de San Pablo que en Efesios 6: 10-18, da instrucciones claras de cómo levantar murallas de protección contra sus obras: “Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos. Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz.”
Digamos por último que esta advertencia ya se encuentra en la primera enseñanza de Jesús cuando enseña el “Padrenuestro” que termina precisamente con la invocación mayor: “Y líbranos del mal”.
De modo pues, que entendemos importante que en un sitio tan alejado de la mentalidad de progreso y donde los cerebros el lugar donde los normales tienen repletos de neuronas se halle ocupado por la Hostia, que se proclame, no los nombres de dos mortales como soldados criollos de San Miguel, sino que se admita la presencia operante de la maldad y se firme la designación de exorcistas, dice del milagro de alguna iluminación en mentes precámbricas, lo cual desde la Fe debe ser saludado.
Porque “No luchamos contra gobiernos de la carne sino contra principados y potestades que habitan en el espacio”.